La Cultura en Tiempos del Coronavirus
Por RSMC
La violonchelista (*) Mª Emilia Fernández Kramarov (22 años), nació en San José. Creció en la ciudad de Libertad, y a los 8 años volvió a San José. Se formó en “Grupos Sonantes” de San José de la Casa de la Cultura. Ahora reside en Montevideo, donde estudia la Licenciatura en Interpretación Opción Violonchelo, en la Escuela Universitaria de Música de la UdelaR. Integra la Orquesta Juvenil del SODRE. Da clases de violonchelo, en Montevideo, San José y Libertad. Entrevistamos a María Emilia el pasado sábado 8.
Por más información sobre las clases de violonchelo: 099 287 712; Facebook de María Emilia Fernández.
La Orquesta Juvenil potencia sus ensayos
_ Acabas de regresar de un ensayo de la Orquesta Juvenil del SODRE.
_ Sí. Integro esa Orquesta desde 2019.
_ ¿Con qué frecuencia ensayas?
_ Generalmente, miércoles, jueves y viernes, unas dos horas, más o menos. Se redujo el horario de los ensayos por los protocolos sanitarios vigentes. Antes ensayábamos cuatro horas por día. Ensayamos en el Perifoneo del Auditorio Nacional del SODRE Dra. Adela Reta (Montevideo). Es donde se hacen las charlas antes de los conciertos o los ballets…En los ensayos respetamos el distanciamiento y usamos mamparas individuales.
_¿Cuántos ensayan en total?
_ Ensayamos divididos en grupos de aproximadamente 30 músicos intérpretes. En total seremos unos 120. Somos dos grupos de cuerdas, otro de metales y percusión, y otro, de maderas.
Esta forma de ensayar es muy enriquecedora. La dinámica de antes consistía en ensayar para cada concierto. Debido a la emergencia sanitaria, paramos y nos dedicamos más a estudiar. Es lo que más me gusta y es lo que necesitamos. Es importante para aquellos con menos años dentro de la orquesta.
Dividieron a los instrumentos de cuerdas en dos grupos. Los que necesitan más ensayo están en un grupo, y los más avanzados, en otro. Cuando nos juntemos todos de nuevo, va a estar mucho más nivelado.
Bello repertorio aún sin concreción de fechas
En técnica hacemos escalas, arpegios, tiradas de arco, golpes de arco. Además de un estudio meticuloso de la afinación, la proyección…En general trabajamos en eso la primera media hora y después, abordamos el repertorio. Estamos ensayando el 3er. Movimiento de la 4ª Sinfonía de Tchaikovsky y un concierto de Vivaldi. Para un futuro concierto vamos a preparar Beethoven y Shostakóvich.
_ ¿Quiénes son los directores?
_ Nos dirige Ariel Britos, junto con Mathías Pereyra. Mathías es encargado también de la Cátedra de Violín.
Perseverante violonchelista
Cuando yo tenía 6 años de edad empecé a estudiar piano y órgano, en una academia de barrio, en la ciudad de Libertad. Tuve allí un acercamiento a distintos instrumentos y a la música en general.
_ Tú comenzaste con “Grupos Sonantes” en San José de Mayo, en la Casa de la Cultura…
_ Sí. Hace unos 5 años y estudié primero violín. En el 2014 empecé a estudiar violín con “Grupos Sonantes” con la Profesora Manuela Petrosino, que era para los que se iniciaban.
No había docentes de violonchelo, que era lo que me gustaba más, por lo que al principio realicé algo autodidacta junto a Hugo Gómez, un compañero que tomaba nociones de algunos docentes, y también nos apoyábamos en algunas clases de violonchelo por Internet.
Al principio éramos dos los que queríamos estudiar violonchelo, teníamos los instrumentos y faltaba un “profe”. Reclamamos esa situación y logramos que se nos oyera. Fue recién en 2016 que tuvimos profesor de violonchelo: Álvaro Berneche. Estuvo unos meses y después empezó a dar clases Matías Fernández, quien continúa hasta ahora en la Casa de la Cultura. ¡Es excelente!
_ Matías Fernández integra el “Cuarteto Aramís”(**) y ha demostrado su virtuosismo con el violonchelo en varios conciertos organizados por “Juventudes Musicales del Uruguay, Filial San José Daisy Herbón”…
_ Lamentablemente, cuando vino Matías Fernández, yo ya estaba estudiando en Montevideo (2016), en la Escuela Universitaria de Música (EUM), pero le pedí ayuda varias veces.
Clases de violonchelo con planes personalizados de estudio
_ Sigues estudiando la Licenciatura en la EUM, y ahora te dedicas a dar clases particulares de violonchelo…
_ Hace dos años empecé a dar clases en una academia acá en Montevideo, pero fue por poco tiempo. Ahora doy clases en mi casa de Montevideo. A principios de este año me llamaron de la Academia Gamelán para dar clases. Es muy buena. Hay una Licenciada de la EUM en Musicología. Ahí van a estudiar muchos hijos de docentes de la EUM. La idea es que asistan ahí para poder aprobar la prueba de ingreso a la EUM. Tengo en esa academia a Triana, una encantadora alumna de chelo de 14 años. Estoy tratando de despertar en ella su lado creativo, incentivándola a componer, a investigar…
Otro alumno mío es Manuel. Tiene 65 años y arregla bandoneones, toca el bandoneón y es cantante. Él me decía que siempre quiso tocar el chelo, pero siempre lo pospuso y pensaba hacerlo “en otra vida” (risas). Por suerte se decidió a empezar.
Trato de adaptarme a cada estudiante. A Triana le encanta estudiar, por lo que insisto mucho en técnica, música académica, posición…
Manuel, en cambio, me aclaró que no quería que lo sentase a hacer escalas o frente a un libro aburrido. Me decía: “Quiero tocar tango en el chelo para disfrutar”. Me trajo una partitura y estamos partiendo “de cero”. Es muy autodidacta. Vive en Villa Serrana y viene a mis clases cada 15 días. Después de cada clase, él graba lo que hicimos. Yo le mando videos. Él trata de imitar mis posturas. Prefiere que yo no le indique cómo debe colocar los dedos en el chelo.
_ No es fácil… Debe tener mucho oído musical.
_¡Es increíble, sí! Él ha cantado en varios coros.
_ En la promoción de tus clases se lee “Técnica, improvisación y teoría musical”. Partes de esa base y luego, te adaptas…
_ Hay que dar la teoría suficiente para poder leer partituras. No insisto tanto en armonía y en otros temas, si el alumno no quiere. Pensemos en media hora de clase de chelo y media de teoría, pero todo depende de cada alumno.
_ Las clases en Libertad y en San José, ¿son a través de la plataforma Zoom?
_ Por ahora son presenciales. Si hay que adaptarse al Zoom, no hay problema. Por ahora, no tengo alumnos en San José. En Libertad, sí. Mi alumna es una chica que nunca había estudiado música y a quien siempre le gustó el violonchelo. Viajo desde Montevideo y le doy clases en su casa.
El talento y el oído absoluto en realidad “no existen”. El oído se entrena y capacitándose, cualquier persona puede tocar un instrumento. No importa la edad, todos pueden intentarlo. Hubo un chelista a quien le faltaban falanges en los dedos y podía tocar igual… La técnica se adapta a cada persona. Hay tantas formas como personas que tocan el instrumento.
Yo he tenido a varios docentes. Algunos decían que si no adoptabas determinadas posturas estaba mal…
_ A veces los intérpretes se frustran si se les hace demasiadas correcciones…
_ Cuando empecé a dar clases era bastante inflexible, porque era lo que yo estaba recibiendo de algunos profesores. Lo que plasman en mí lo trasmito a mis alumnos.
Ahora tengo clara mi línea de trabajo y sé lo que no quiero hacer. No pretendo decir que solo hay una manera de tocar el chelo. Hay diferentes maneras de tomar el arco y también de colocar el instrumento cuando vamos a interpretar algo.
Enseño a través de los métodos Dotzauer y Suzuki, que fueron los que aprendí.
El 23 de agosto “EnsamblArte” se presenta en el Auditorio Nacional del SODRE
_ ¿La Orquesta Juvenil del SODRE se va a presentar próximamente?
_ El 23 de agosto se presenta un ensamble con pocos integrantes. Se llama “EnsamblArte”. Yo no lo integro. Están en él un grupo de amigos que se juntaron y representan a la Orquesta en algunas actividades. Será en el Auditorio Nacional del SODRE.
No sabemos cuándo vamos a presentarnos con la totalidad de la Orquesta.
_¿Cuál es tu aspiración como intérprete?
_Estoy en pleno proceso de formación. Mi meta en la vida sería irme a estudiar a Siberia, y conocer los fantásticos Montes Urales…
(*)Según la Real Academia Española, al ejecutante de un violonchelo se le llama «violonchelista», «violoncelista» o «chelista».
Hay otras formas de escribir el nombre del instrumento: violoncello y cello.
(**) El reconocido “Cuarteto Aramís” se formó en 2011. Está integrado por las violinistas Carolina Hasaj y Silvia Blanco, el violista Bruno Genta y el violonchelista Matías Fernández. En 2019 este cuarteto recibió el Premio Morosoli de Bronce, otorgado por la Fundación Lolita Rubial.
La fotografía que encabeza esta página es de María Emilia Fernández Kramarov, y fue gentilmente cedida por la entrevistada, al igual que la otra foto que aparece en esta página.
Esta entrevista fue publicada el martes 11 de agosto de 2020, en la pág. 7 del periódico "Visión Ciudadana", de la ciudad de San José de Mayo, Uruguay.